viernes, 26 de junio de 2009
El día de hoy
Buenos días, buenos días, buenos díiiias
Hoy estoy tan feliz
Buenos días, buenos días, buenos díiiias
Mi corazón es quién dice.
Hoy me he despertado temprano.
El décimo andar dónde estaba tiene una grande ventana, y los prédios no llegan a tapar el sol con sus cuerpos. Así, cuando he abierto mis ojos en la habitación (de alguién que no conozco, pero sé que le gustan los refrigerantes y las pizzas. Hay muchos en todos los lugares) la luz entraba dibujando geometrías con los rayos y con las sombras de los muebles. He quedado encantado por esa imagen por lo menos unos... no sé cuanto tiempo. Lo suficiente que me ha valido el día, quizá una vida entera.
Hoy estoy tan feliz
Buenos días, buenos días, buenos díiiias
Mi corazón es quién dice.
Hoy me he despertado temprano.
El décimo andar dónde estaba tiene una grande ventana, y los prédios no llegan a tapar el sol con sus cuerpos. Así, cuando he abierto mis ojos en la habitación (de alguién que no conozco, pero sé que le gustan los refrigerantes y las pizzas. Hay muchos en todos los lugares) la luz entraba dibujando geometrías con los rayos y con las sombras de los muebles. He quedado encantado por esa imagen por lo menos unos... no sé cuanto tiempo. Lo suficiente que me ha valido el día, quizá una vida entera.
miércoles, 24 de junio de 2009
martes, 23 de junio de 2009
Un extraño en el nido
Nací en un confortable periódico de 2008. Mi madre no me puso nombre, porque los ratones tienen una manera muy diferente de entender lo que es la identidad. Mi nombre para los hombres pasó por conveniencia a ser Muri, una corruptela de "Muridae", mi familia biológica, según los hombres.
Viajaba mucho. En cada lugar que fui, encontré una cosa más diferente que la última.
En Sevilla conocí unos gigantes que los hombres llaman de "molinos de viento" y que Don Quijote llamaba de "dragones". Prefiero la visión de Don Quijote.
En Málaga vi el mar. ¡Ah qué perdición, qué inmensidad! Me recuerdo que la playa no me gustó mucho (cada grano de arena es casi del tamaño de mis ojos. No es bueno ser fusilado de cinco en cinco minutos por pelotitas voladoras), pero el mar... No sabía si me acercaba o si corría para el más lejos posible de aquel muenstro hipnotizador. (Me acerqué.)
En Valencia escalé una gran muralla de piedra que tenía muchos agujeros por los cuales pasé. Del cumbre vi el mundo como si fuera un amontonado de puntitos de diversos colores. Es verdad aquello que dicen: la grandeza está en quien la ve.
En Barcelona hice grandes amistades. Fui también a una plaza de toros. Sentí suerte por nacer ratón, pena de los toros y rabia de los hombres.
También en Barcelona hice mi primer vuelo. Entré, si que nadie viera, en un inmenso pájaro rígido a lo que llaman de "avión". !El estómago de aquel animal era increíble! Tenía decenas de valijas, cada cuál con una etiqueta de identificación. Adolfo Schurlz, José Menera, Analucía Cortez, Pedro Javier... ¡Cuantos nombres consiguen inventar los hombres! Después de mucho dormir y esperar, la ave empezó a hacer un ruido horrible que no terminaba nunca y... paró.
Estaba mareado, no conseguía sentir dónde pisaba. Tenía frío. Mucho. Salí de aquel bicho y casi morí con el hielo gaseoso en mi hocico. ¿Qué estaba ocurriendo? Antes que pudiera descubrir, sentí mis huesos salieren de mi cuerpo. Mi pelo se endurecía como espinos, y en pocos instantes mis ojos no vieron más que un infinito oscuro.
De repente, siento un pequeño calor en mi espalda. Lo pequeño se convierte en un calor mayor, y, clec, siento un romper de hielo. El paisaje en mi vuelta no era nada parecida con lo que vi segundos antes. Ahora veía arboles y césped semi cubiertos por nieve. El pájaro se fue y allí sólo quedó yo y aquel lugar nada familiar. Tras comer unos pocos tallos y raíces que encontré, seguí viaje.
No muy lejos, finalmente, avisté un amontonado de casitas menudas. Iba siguiendo contra el viento, cuando fui lanzado para tras. Me levanté asustado y aún más cuando vi lo que me lanzó: un periódico.
La fecha: 22 de abril de 2040.
¿Qué hago ahora?
Viajaba mucho. En cada lugar que fui, encontré una cosa más diferente que la última.
En Sevilla conocí unos gigantes que los hombres llaman de "molinos de viento" y que Don Quijote llamaba de "dragones". Prefiero la visión de Don Quijote.
En Málaga vi el mar. ¡Ah qué perdición, qué inmensidad! Me recuerdo que la playa no me gustó mucho (cada grano de arena es casi del tamaño de mis ojos. No es bueno ser fusilado de cinco en cinco minutos por pelotitas voladoras), pero el mar... No sabía si me acercaba o si corría para el más lejos posible de aquel muenstro hipnotizador. (Me acerqué.)
En Valencia escalé una gran muralla de piedra que tenía muchos agujeros por los cuales pasé. Del cumbre vi el mundo como si fuera un amontonado de puntitos de diversos colores. Es verdad aquello que dicen: la grandeza está en quien la ve.
En Barcelona hice grandes amistades. Fui también a una plaza de toros. Sentí suerte por nacer ratón, pena de los toros y rabia de los hombres.
También en Barcelona hice mi primer vuelo. Entré, si que nadie viera, en un inmenso pájaro rígido a lo que llaman de "avión". !El estómago de aquel animal era increíble! Tenía decenas de valijas, cada cuál con una etiqueta de identificación. Adolfo Schurlz, José Menera, Analucía Cortez, Pedro Javier... ¡Cuantos nombres consiguen inventar los hombres! Después de mucho dormir y esperar, la ave empezó a hacer un ruido horrible que no terminaba nunca y... paró.
Estaba mareado, no conseguía sentir dónde pisaba. Tenía frío. Mucho. Salí de aquel bicho y casi morí con el hielo gaseoso en mi hocico. ¿Qué estaba ocurriendo? Antes que pudiera descubrir, sentí mis huesos salieren de mi cuerpo. Mi pelo se endurecía como espinos, y en pocos instantes mis ojos no vieron más que un infinito oscuro.
De repente, siento un pequeño calor en mi espalda. Lo pequeño se convierte en un calor mayor, y, clec, siento un romper de hielo. El paisaje en mi vuelta no era nada parecida con lo que vi segundos antes. Ahora veía arboles y césped semi cubiertos por nieve. El pájaro se fue y allí sólo quedó yo y aquel lugar nada familiar. Tras comer unos pocos tallos y raíces que encontré, seguí viaje.
No muy lejos, finalmente, avisté un amontonado de casitas menudas. Iba siguiendo contra el viento, cuando fui lanzado para tras. Me levanté asustado y aún más cuando vi lo que me lanzó: un periódico.
La fecha: 22 de abril de 2040.
¿Qué hago ahora?
lunes, 18 de mayo de 2009
El oso
Lipe vivía en la última casa de la última calle del último barrio de San Pablo.
En el mismo patio, había tres casas: la suya y las de sus primos, Jonas y los tres hermanos Tiago, Lucas y Alexandre. Al fondo, existía una vasta mata para donde ían todos los días para explorar. Allí tenían, por supuesto, un escondrijo: un árbol caído, un balancín y una cabaña hecha con tronco y hojas.
Un día, mientras iban para la cabaña (ellos decían “ir al trabajo”), encontraron pequeñas plumas esparcidas en el camino. Empezaron las teorías: “Creo que fue una pelea”, “Ah, ¡nada, fue un cazador!”, y la vencedora: “Fue un oso.”. “¿Será?”, “Eso es, fue mi padre quién vio”.
Así empezaron la caza al animal. Palos y piedras eran sus armas. Hicieron un mapa de los alrededores y corrían por la mata de un lado al otro buscando rastros, cuevas, todo lo que pudiera darles alguna señal del paradero del velludo.
Quedaban horas esperando el oso aparecer. A veces, uno decía: “Lo vi ayer, cerca de la cabaña”, y luego todos planeaban una manera de capturarlo.
Resolvieran ir más adelante de donde ya tenían ido en la mata, porque fue dicho que el oso vivía cerca del calipalo, un campo de eucaliptos adonde casi ningún de ellos iba. Allí estaba un hombre sentado. Muy raro aquel hombre. Los “cazadores” lo vieron y preguntaron: “Señor, ¿vio un oso pasar por acá?” “Acá no existen osos, mocosos, ¡larguen!” La certidumbre adulta del hombre fue como un balde de água en el fuego fantasioso de los pequeños. Y allí terminó la cazada.
Volviendo a la casa aquel día, uno comentó: “Cómo somos burros... ¿osos, acá? pff”, “Eso es, ¿no?”, “Quién al fin dijo que había oso acá, ¿an?”, “Fausto, creo”. “Ah, Fausto es un mentiroso”. Todos concordaran, con un desprecio racional de quien mira los fatos desde fuera. Y siguieron.
En el mismo patio, había tres casas: la suya y las de sus primos, Jonas y los tres hermanos Tiago, Lucas y Alexandre. Al fondo, existía una vasta mata para donde ían todos los días para explorar. Allí tenían, por supuesto, un escondrijo: un árbol caído, un balancín y una cabaña hecha con tronco y hojas.
Un día, mientras iban para la cabaña (ellos decían “ir al trabajo”), encontraron pequeñas plumas esparcidas en el camino. Empezaron las teorías: “Creo que fue una pelea”, “Ah, ¡nada, fue un cazador!”, y la vencedora: “Fue un oso.”. “¿Será?”, “Eso es, fue mi padre quién vio”.
Así empezaron la caza al animal. Palos y piedras eran sus armas. Hicieron un mapa de los alrededores y corrían por la mata de un lado al otro buscando rastros, cuevas, todo lo que pudiera darles alguna señal del paradero del velludo.
Quedaban horas esperando el oso aparecer. A veces, uno decía: “Lo vi ayer, cerca de la cabaña”, y luego todos planeaban una manera de capturarlo.
Resolvieran ir más adelante de donde ya tenían ido en la mata, porque fue dicho que el oso vivía cerca del calipalo, un campo de eucaliptos adonde casi ningún de ellos iba. Allí estaba un hombre sentado. Muy raro aquel hombre. Los “cazadores” lo vieron y preguntaron: “Señor, ¿vio un oso pasar por acá?” “Acá no existen osos, mocosos, ¡larguen!” La certidumbre adulta del hombre fue como un balde de água en el fuego fantasioso de los pequeños. Y allí terminó la cazada.
Volviendo a la casa aquel día, uno comentó: “Cómo somos burros... ¿osos, acá? pff”, “Eso es, ¿no?”, “Quién al fin dijo que había oso acá, ¿an?”, “Fausto, creo”. “Ah, Fausto es un mentiroso”. Todos concordaran, con un desprecio racional de quien mira los fatos desde fuera. Y siguieron.
lunes, 11 de mayo de 2009
Peculiaridades del hombre
Eso no puedo comprender: ¿por que uno de los géneros debe ser comparado al outro? El macho y la hembra son diferentes, y portanto tienen tareas distintas en la naturaleza. Pero los dos son de la misma espécie, y creo que quién nos puso acá en ese mundo no crearía cerebros distintos para una misma espécie. No es lógico. Ustedes humanos precisan de clases de cómo pensar. (A no ser que sea esa una imágen de lo que llaman "ironía". Todavía no comprendi bien lo que quiere decir eso, sólo sé que ustedes la usan cuando creen que algo es ridículo o inaceptable y dicen el absurdo significando el contrario.)
Pensamiento del día:
La palabra es plata. El silencio es oro.
¡Hasta!
miércoles, 6 de mayo de 2009
La costa del silencio
Hoy traigo a vosotros un videoclipe de una banda llamada Mägo de Oz, de España. Hacen una música que para muchos puede sonar hortera, pero a mí me encanta por ser sincera y tocada de corazón (y eso definitivamente no es fácil).
!Degustáis!
!Degustáis!
jueves, 26 de marzo de 2009
Sobre gatos y ratones
Dicen que los gatos son los animales curiosos. ¿Y por qué? Simplemente porque un día cualquiera un tonto dio para decir que “la curiosidad mató al gato”, tal vez para asustar algunos niños o porque no tenía más qué hablar. Resultado: tomaran a nosotros, los ratones, uno de nuestros mayores méritos. Y no hablo aquí de la curiosidad aburrida de los felinos, que quieren saber sobre todo pero no hacen nada con lo que ya saben (apenas duermen, los trastos). No: la curiosidad de los ratones es la curiosidad de un científico y de un artista; mismo que no sepamos lo que hacer con ella de pronto, luego quedamos a utilizarla en algo. Somos creativos; yo soy creativo. Y modesto.
A propósito, no hace mucho tiempo, había en la televisión un dibujo animado llamado “A Família Camundongo” (sí, en portugués), acerca de ratones muy astutos, entendidos como yo. ¿Acuérdate? Te doy un dulce si encontrares una imagen de él en la red. Yo no conseguí.
Pensamiento del día:
Más vale ser cabeza de ratón que cola de león.
A propósito, no hace mucho tiempo, había en la televisión un dibujo animado llamado “A Família Camundongo” (sí, en portugués), acerca de ratones muy astutos, entendidos como yo. ¿Acuérdate? Te doy un dulce si encontrares una imagen de él en la red. Yo no conseguí.
Pensamiento del día:
Más vale ser cabeza de ratón que cola de león.
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